Londres desde las alturas
Después de cruzar el puente Hungerford aparece el London Eye. Apenas bajamos la escalera vemos un carrousel funcionando, clowns y mujeres creando burbujas gigantes. Todos los chicos miran hipnotizados, fascinados con esos inmensos globos jabonosos y nos alegra escuchar risas infantiles. Hacía tiempo que quería subir y cada vez que paso por Londres, por alguna razón siempre lo postergué.

La boletería del London Eye nos ofrece dos opciones: la fila común (con aproximadamente 2 a 3 hs de espera para subir o el “fast track”, con una espera de media hora). Obviamente hay una diferencia de precio, pero pensándolo costo-beneficio, optamos por poner unas libras más y subir lo más rápido posible. Para nosotros “Time is Money” o sea el tiempo vale y en un viaje es tan escaso que si nos da el cuero, adelante con el fast track.

Mis acompañantes están un poco nerviosos, les impresiona meterse en una cápsula que da vueltas y tienen una mezcla de claustrofobia con miedo a marearse y vértigo. La estructura del London Eye impresiona. Me propongo subir sola o acompañada. Es tan intenso el deseo que tengo por subir y tanto tiempo que vengo esperando para hacerlo que siento que nada me va a detener. Lola sube sí o sí. Por suerte, se deciden a acompañarme, es mucho más divertido y sé que no se van a arrepentir. Ya nos toca subir y entramos a la cabina. Somos 10 personas en total. Les aseguro que el movimiento de la cápsula es imperceptible. Y de repente todo Londres comienza a apreciarse desde otra perspectiva. Y todos los temores previos desaparecen velozmente. Todos estamos súper conectados con esta maravillosa experiencia que estamos viviendo.

Lo primero que nos llama la atención desde las alturas son el Big Ben y el Parlamento. La vista es privilegiada. Aparecen también Buckingham Palace, Westminster Bridge y la city londinense.
Entre fotos y más fotos caigo en la cuenta de que no falta tanto para que se termine. Nos saludamos con la gente que está en otra cabina y más abajo que nosotros. Llegó la hora de bajar y no quepo en mí de felicidad que me invade. Lo logré! Al fin Lola pudo hacerlo, algo tan lejano se hizo realidad. Y me alegro que mis acompañantes lo hayan disfrutado también. Bajamos todos felices y fascinados con el London Eye. Es un must y lo recomiendo a full! También se puede subir de noche. Conozco gente que lo hizo y le fascinó!
